El molcajete es hasta hoy parte de la cultura e identidad mexicana; podríamos decir que es un utensilio de cocina básico en casi todos los hogares mexicanos, que se usa desde la época prehispánica y que le ha dado un sabor único a la gastronomía de México.
Origen del molcajete – David Paniagua
Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia el término “molcajete” procede de las palabras náhuatl: mollicaxtli y temolcaxitl, que significan “cajete para la salsa” o “cajete de piedra para el mole”. Aunque en el Diccionario de la lengua española se afirma que proviene de la palabra mulcazitl que significa “escudilla”.
¿Cuál es el origen del molcajete?
El molcajete no es más que un mortero elaborado de piedra, principalmente volcánica; que es tallada en forma cóncava y en el que se machacan o muelen especias, granos y vegetales en poca cantidad. Hasta la fecha no hay licuadora o procesador que logre el mismo sabor y consistencia que el molcajete por lo que es muy apreciado en todo el país. Con el tejolote o piedra de molcajete se machacan chiles, sal, ajos y tomates. Los arqueólogos afirman que lo primero que se utilizó fue el metate con un fin similar, pero con el tiempo evolucionó a este mortero.
Se sabe de la existencia del molcajete desde hace mil años y su apariencia desde entonces no ha cambiado.
Una artesanía mexicana
Más que una simple herramienta para moler, el molcajete le ha dado un toque único a la comida mexicana. Para la elaboración de un molcajete el artesano redondea la piedra volcánica con amor y tesón. Poblados como San Salvador el Seco y Comonfort en Guanajuato son especialistas en la elaboración de tan hermoso utensilio de cocina que da un sabor especial a las salsas mexicanas.
La piedra volcánica con la que se hacen los molcajetes en su mayoría proviene del pueblo de San Lucas Evangelista en Tlajomulco, Jalisco. Los molcajetes se elaboran en Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Puebla y el Estado de México.
El molcajete se trabaja con una picadera hecha de hierro forjado y para hacerlo primero se pica la piedra, luego se marcan las patas con cincel y martillo y después se ahueca la superficie. La elaboración de molcajetes se pasa de generación en generación, incluso muchos jóvenes trabajan en minas para obtener la materia prima para que aprendan a manejar la piedra. Los maestros artesanos tardan de cinco a seis horas en terminar el trabajo, mientras que los aprendices pueden tardar de uno a dos días.
Los molcajetes muchas veces son heredados y pasan de mano en mano en las familias mexicanas. Son una tradición de largo tiempo.
El molcajete monumental que el artesano Juan Manuel Quintero pudo realizar a finales del 2020 y con ayuda del gobierno municipal. Éste mide 1.50 metros de ancho por 1.20 metros de alto, pesa alrededor de 2 toneladas y permanece expuesto en la plaza principal del poblado.